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No hay (ni ha habido nunca) dos Españas

Dos ensayos complementarios de Juan Sisinio Pérez Garzón y Antonio Rivera analizan la evolución de las derechas y las izquierdas a lo largo de 200 años

Vallas de Felipe González y de José María Aznar durante la campaña para las elecciones generales de 1996.
Vallas de Felipe González y de José María Aznar durante la campaña para las elecciones generales de 1996.Quim Llenas (Cover/Getty Images)
Jordi Gracia

La binaridad es un vicio intelectual destinado a proteger la pereza de pensamiento y la agilidad de la respuesta presuntamente definitiva. La toxicidad del método está ampliamente contrastada y sirve fundamentalmente para armar ciscos trágicos tanto en la vida empírica como en el mundo de las ideas. Cuando Santos Juliá tenía terminado un gran libro sobre historia de las ideas y las mentalidades de los dos últimos siglos en España cometió el error de darle el manuscrito a Javier Pradera, además de a su editora, María Cifuentes. Y Pradera hizo de Pradera editor: si quieres vender más de 500 ejemplares, el título ha de ser Historias de las dos Españas. Y ahí la pifió Santos Juliá porque cedió al título mitigado con el plural de historia al frente de un libro cuyo eje central era precisamente el desmentido de esa simpleza de país perpetuamente partido en dos. Mis últimas cifras verificadas rondaban los 20.000 ejemplares (deben de ser ya muchos más).

No les espera (presumiblemente) ese destino a ninguno de los dos tomos que Libros de la Catarata ha tenido la valentía y la temeridad de encargar a dos catedráticos de solvencia recontracontrastada: Juan Sisinio Pérez Garzón y Antonio Rivera (muy reciente su artículo en estas páginas sobre las limitaciones de la derecha española, ni republicana, ni federal, ni laica, pese a que puedan ser las tres cosas en el resto de Europa y hasta ganar elecciones con ellas). La tostada se la lleva Sisinio Pérez Garzón porque el relato de las izquierdas en España es una historia de éxito mientras la trayectoria en el último medio siglo de las derechas es una sucesión de derrotas resignadamente metabolizadas: pudieron estar contra el sufragio universal, contra el feminismo en cualquiera de sus formatos, el aborto, el divorcio o los derechos de las minorías, pero acabaron transigiendo históricamente (y hasta hoy) con todas o casi todas las conquistas que el pensamiento ilustrado puso en marcha desde mediados del siglo XVIII y hasta hoy. La camaleónica virtud de la derecha aquí y fuera de aquí consiste en perseverar en la continuidad de sus valores sin que deje de progresar el mundo en favor de la ampliación de los derechos de las personas y la pérdida de derechos de las élites que regulaban —con la obediencia al trono, al altar y a la superchería de la nación— la vida pública de las sociedades.

El total de más de 1.000 páginas se hace corto. Las 500 del uno y las 500 del otro bastan sin duda para contar sus historias, pero son historias interminables en la catarata de matices, intersecciones y pasarelas invisibles que comparten uno y otro libro, como si hubieran nacido de una coordinación pactada o al menos intuitiva que permite recorrer más de 200 años de historia con la mira puesta en la progresiva emancipación civil y social de los pueblos y la sucesiva cadena de derrotas que ha vivido el conservadurismo en sus múltiples variantes desde que el mundo moderno es mundo moderno y contemporáneo. El de las izquierdas, de Pérez Garzón, acude con más seguridad y soltura a las fuentes intelectuales y literarias (con una bibliografía de amplio espectro y cronológicamente muy generosa) para dotar de materiales a su relato político-intelectual, y Rivera tiende a ser más parco en esa información, pero es a cambio más minucioso en la peripecia política y gubernamental de cada etapa, a sabiendas de que ambos ofrecen una periodización original y provocadora. Por ejemplo, y de forma destacada, al obligarse a narrar el siglo XX sin el parteaguas de la Guerra Civil y anclar así el relato en una franja de autoritarismo dictatorial y fascistizado que va de los años veinte a los cincuenta.

Cada lector tendrá su lápiz a punto para discutir sesgos o contradecir visiones, pero esa es otra virtud de los dos libros: no los hacen máquinas de inteligencia artificial que se saben los datos y las idas y venidas de unos y de otros, sino autores con sello propio capaces de defender con argumentos y con prosa sus visiones de dos procesos complejos que son uno solo. A Pérez Garzón le delata la querencia por la historia del feminismo (ese fue el título de un libro suyo de 2018, estupendo) y esparce por el libro multitud de referencias pertinentes, mientras Rivera tiene el pundonor de sacar de la incompetencia rutinaria a Carrero Blanco a la vez que recuerda cosas que olvidamos, como que José María Aznar perdió sus primeras elecciones generales con Felipe González en 1989, pero le ganó en Madrid, cuando MAR era mecanógrafo de Aznar (p. 415). Eran los tiempos de una “pinza” entre Anguita y Aznar, que encontró —­fíjense en la delicadeza de Rivera— un respaldo “un tanto conspirador” de Pedro J. al frente de El Mundo.

Salvo la cuestión nacional y nacionalista, los 40 años de democracia han culminado la agenda que impulsó a la II República

Es verdad que Rivera calla la ubicación originaria de este mismo periódico (EL PAÍS) en el reformismo liberal de raíces plenamente franquistas, pero quizá quien asienta tesis más desafiantes a la buena conciencia de la izquierda alternativa es Sisinio Pérez Garzón, con al menos dos tesis fuertes que valen para la derecha y para la izquierda. Excepto la cuestión nacional y nacionalista, los 40 años de democracia han culminado la agenda política y social que impulsó a la II República. Tampoco la desmemoria histórica que suele atribuirse a la democracia es demasiado cierta (el resarcimiento económico de las víctimas republicanas alcanza desde 1978 a 600.000 personas y asciende a 22.000 millones de euros de dinero público) mientras la evaporación de la “gimnasia revolucionaria” como horizonte político está entre las mejores noticias que es posible dar. Menos reconfortante es compartir con Pérez Garzón la perplejidad de que la dialéctica amigo/enemigo de Carl Schmitt haya sido “incomprensiblemente recuperada” por las izquierdas, y menos todavía la distancia que separa a los pobres del vocabulario y las formas de las izquierdas.

Portada del libro 'Historia de las izquierdas de España', de Juan Sisinio Pérez Garzón. EDITORIAL LIBROS DE LA CATARATA

Historia de las izquierdas en España

Autor: Juan Sisinio Pérez Garzón.


Editorial: Catarata, 2022.


Formato: tapa blanda (512 páginas, 30 euros) y e-book (19,99euros).

Portada del libro 'Historia de las derechas en España', de Antonio Rivera. EDITORIAL LIBROS DE LA CATARATA

Historia de las derechas en España

Autor: Antonio Rivera.


Editorial: Catarata, 2022.


Formato: tapa blanda (560 páginas, 30 euros) y e-book (19,99 euros).


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Sobre la firma

Jordi Gracia
Es adjunto a la directora de EL PAÍS y codirector de 'TintaLibre'. Antes fue subdirector de Opinión. Llegó a la Redacción desde la vida apacible de la universidad, donde es catedrático de literatura. Pese a haber escrito sobre Javier Pradera, nada podía hacerle imaginar que la realidad real era así: ingobernable y adictiva.

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